TRISTEZA O DEPRESIÓN
TRISTEZA O DEPRESIÓN
Estar triste, abatido, sin humor y pocas ganas de hacer las cosas, no disfrutar ya con las que habitualmente lo hacía y ser incapaz de distraerse, es también una de las experiencias que nos depara la vida.
Desde las decepciones, las frustraciones de un resultado no conseguido, un desengaño emocional, la pérdida de alguien querido, son sólo unos ejemplos de lo que podemos llamar una tristeza reactiva, resultado de estas experiencias negativas.
Muchos banalizan la situación convenciéndose de que es una mala racha o simplemente estoy “depre” y con motivo. Pero es evidente que el tiempo, y a medida que vamos viviendo nuevas experiencias, vamos superando esta tristeza y intentamos afrontar la vida con la experiencia pasada y intentando mirar hacia un futuro mejor.
Pero hay ocasiones en las que por la intensidad de la tristeza o por su persistencia, nos perturba la vida, lo polariza todo, nos invade los pensamientos, nos desdibuja la realidad con un pesimismo persistente y no habitual en nosotros, y poco a poco nos vamos acercando a la depresión, donde ya no sólo sentimos tristeza sino que empezamos a sentirnos cansados, pesimistas, con sensación de estar enfermos, con falta de motivación e ilusión por lo cotidiano, y donde cualquier cosa es un problema, las dificultades son un mundo incapaz de asumir, son momentos en los que perdemos la motivación para seguir “luchando” ante lo que antes era simplemente el día a día.
La Depresión es ya una enfermedad, puede manifestarse y evolucionar de forma distinta en su gravedad ( Depresión Mayor, la llamada Distimia, etc.,).
Se sabe que ciertos neurotransmisores como la serotonina, la dopamina, etc., intervienen, así como se cree que hay una cierta predisposición genética. Sea como sea, la depresión nos altera los pensamientos, ahora llenos de pesimismo, desesperación, y sumergidos en un círculo del cual no creemos en encontrar salida.
Podemos empezar a pensar que no estamos bien desde hace tiempo, pensamos que todo empezó con un revés o un disgusto, que creíamos haber superado pero que poco a poco ha ido mermando nuestro ánimo y nuestras fuerzas. Es llegado a este punto que se debe reconsiderar qué hacer, ya hemos recibido muchos consejos pero no han resultado efectivos. Y ello es porque en la depresión, el estado de ánimo impide una reflexión objetiva, encontrar una solución razonable, una perspectiva de las cosas más real, pues están afectadas también nuestras capacidades intelectuales y parece como que nuestro pensamiento y nuestra inteligencia se encuentran bloqueados por el estado de tristeza profunda que nos invade.
Por ello el mejor consejo: acudir a su médico general, descartar problemas físicos añadidos o que puedan haber desencadenado la depresión, como abuso de sustancias, enfermedades tiroideas o enfermedades cerebrales y si no es así, hay que contactar con un especialista.
¿Qué hará el especialista?: pues escucharle, atender a las prioridades más urgentes para normalizar su vida, darle una cierta estabilidad y para ello posiblemente recurrirá a un tratamiento médico que le mejore su estado de ánimo, le permita alejarse un poco del dolor depresivo y empezar a elaborar estrategias para analizar las causas, reconducir sus pensamientos y comportamientos hacia una normalidad, y poco a poco volver a ser lo que había sido antes de caer en depresión. No será fácil y lo más probable es que se precise de la familia que, posiblemente le cuesta entenderle, y la intervención de la psicología para ayudar a recomponerse.
Pero piense que para trabajar los aspectos psicológicos implicados deberá tener un mínimo de ánimo para acudir a la entrevista y sacar provecho de las sesiones de psicoterapia. La depresión puede repetirse a lo largo de los años, puede ser resistente a la medicación o puede estar asociada a una personalidad impropia o enferma. Por ello, es compleja, no debe menospreciarse y debe ser comprendida por el paciente y por la familia, que se debe abstenerse de consejos. fáciles o de buena voluntad, que no harán más que hacer sentirse culpable al paciente.
Dr. J. Rebordosa. Médico Psiquiatra.